Cerca del aniversario del martirio de Vicente Hondarza, este año en que él hubiera celebrado sus «Bodas de Oro sacerdotales», nosotros dirigimos una mirada cariñosa, admirada y agradecida a nuestros misioneros diocesanos. Un centenar largo de sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares nacidos en nuestros pueblos, bautizados en nuestras parroquias, donde han recibido y madurado su fe, y que ahora se encuentran repartidos por todo el mundo proclamando la Buena Noticia y construyendo el Reino de Dios.